Publicado originalmente en Vilaweb
En febrero hará tres años que Pablo Hasel entró en prisión por las letras de unas canciones y el contenido de algunos piojos. Estas sentencias, sumadas a otras, han hecho que aún continúe en prisión. De hecho, el rapero debería salir el 14 de abril de 2027, lo que significa que habrá estado encarcelado seis años y dos meses. Como su caso no se relaciona con la causa independentista, previsiblemente no entrará en la ley de amnistía, pero un indulto o una reforma del código penal español que derogara los delitos de opinión sí podrían liberarlo. Hablamos con él sobre la amnistía y la lucha antirrepresiva y sobre su situación personal, marcada por una enfermedad crónica en el estómago y por la denuncia que ha hecho durante meses de las condiciones en la cárcel de Poniente. Esta entrevista se ha tenido que hacer por correo postal y se ha respetado todo el contenido que ha escrito Hasel.

¿Como represaliado, como veis las negociaciones por una ley de amnistía entre los partidos independentistas, Sumar y el PSOE?
—Juntos y ERC parten de un oportunismo electoralista evidente. La prueba es que a los represaliados nos han olvidado mucho tiempo, aparte de ayudar a reprimirnos y criminalizarnos. Ahora que ven que han perdido tantos miles de votos y que cada día están más desacreditados, fingen que les importamos. En cuanto al PSOE y a su muleta, Sumar, más allá de necesitarlo para hacer posible la investidura, quieren seguir ganando votos con el relato falaz de la «concordia». Es tangible que no se oponen a la represión que han legitimado y ejercido. Este gobierno ha aumentado el presupuesto en represión una barbaridad, así como las leyes represivas de la mano de PP y Vox. Sin olvidar los graves episodios de guerra sucia que han avalado, como las infiltraciones policiales con relaciones sexuales y afectivas. Junts y ERC, han llegado a esta situación por la presión de la solidaridad, aparte de la presión de la potente abstención. Tanto la gran labor de la lucha antirrepresiva organizada principalmente como otras iniciativas, han impedido que nos olviden. Este es un factor fundamental que se acostumbra a mencionar poco.
También hay que decir que quieren llegar a este pacto para huir de la confrontación necesaria para hacer efectiva la autodeterminación. Demuestran que no tienen ninguna intención de llevar a cabo el embate, y tanto si ayudan a formar el gobierno español como si no, dan estabilidad al régimen y venden humo procesista. Ahora bien, señalar su papel no implica decir que esta amnistía parcial no tiene nada de positivo. Sería omitir el porqué se ha llegado a esta coyuntura, como explicaba antes, y que miles de represaliados verían archivada su causa judicial. No sería ningún regalo de los políticos que quieren colgarse la medalla, se les ha forzado a llegar hasta aquí.
Pero la amnistía debería ser total, no sólo en el marco nacional catalán, que deja fuera a muchos represaliados, sino en el ámbito estatal. Las cárceles del régimen tienen centenares de presos políticos que han defendido nuestros derechos y libertades, incluida la autodeterminación. Hace décadas que lo hacen, y sería muy injusto y contraproducente olvidarlos. Además, es intolerable que quieran añadir los cuerpos represivos, poniendo en el mismo plano opresores agresores y oprimidos agredidos. Encima, estos ya tienen la impunidad garantizada por el estado y han sido condecorados.
¿Creéis que os deberían incluir de alguna manera en esta ley? En caso de que no, ¿creéis que, por otras vías, como una reforma del código penal o un indulto, se debería tener en cuenta vuestro caso y el de Valtònyc en las negociaciones? ¿Sabéis si esto se ha puesto sobre la mesa en algún momento?
—Mi condena más elevada, de tres años, tiene toda que ver con el 1-O. Comenzó porque unos guardias urbanos fascistas de Lleida apalearon a un compañero de militancia cuando pegaba carteles a favor del referéndum. A pesar de las pruebas, absolvieron a los policías y yo denuní en mis redes el juicio-farsa, donde llevaron a un colaborador fascista como falso testimonio. Se dedicaba a incitar a la violencia contra independentistas y luchadores sociales, subiendo fotografías con armas de fuego en internet, algo que también denunció por redes. En una clara operación de guerra sucia, le facilitaron mi domicilio y vinieron a agredirme. Unos días después, amenazó a unos compañeros con una pistola. ¡Encima, por todo ello, me condenaron por «obstrucción a la justicia»! Atendiendo a los parámetros de esta amnistía, esta causa deberían suprimirla. Como decía antes, todos los represaliados sin excepción deberían estar incluidos. No tengo ninguna noticia de que en Valtònyc y yo, o muchos otros, sigamos presentes en las negociaciones. En cuanto al indulto, Podemos lo prometió para desmovilizar y lavarse la cara cuando me secuestraron. Una mentira más.
—Com valoreu la proposició de llei que ha presentat Sumar contra els delictes d’opinió, que podria beneficiar-vos? Us seria útil, tenint en compte la particularitat del vostre cas?
—Podemos/Sumar, ERC, Bildu… Fa anys que diuen que derogaran els delictes d’expressió que van més enllà de les injúries a la corona, a més d’altres lleis repressives. La realitat és que han facilitat que totes les llibertats es retallin encara més. Per exemple, amb la “llei de seguretat nacional” i la “llei mordassa digital”. Els fets, i no les paraules buides, són el que compta. Si un dia s’aconsegueix, serà fruit de la pressió popular de les lluites. En aquest cas, molts evitarien acabar a la presó, a l’exili, amb multes elevades o amb pànic de ser crítics amb el règim. I a mi m’haurien d’alliberar, és clar.
—Com s’hauria d’actuar amb totes les causes obertes per les protestes contra el vostre empresonament? Creieu que es tindran en compte d’alguna manera?
—Tota protesta era legítima i necessària, per tant, s’haurien d’arxivar les causes. És repugnant que Junts i ERC parlin de la repressió com si no anés molt més enllà de la lluita per l’autodeterminació a Catalunya. Cal recordar amb insistència moltes persones represaliades per haver defensat el dret de l’habitatge digne, per lluites laborals i estudiantils, per haver combatut el masclisme, el racisme, l’homofòbia, la transfòbia… Com es pot pretendre una república millor oblidant-les? Precisament, han lluitat per una nació molt més justa, i a les negociacions les obliden.
—Com quedarà la lluita antirepressiva després d’una possible amnistia?
—En alguns sectors amb menys consciència, pot quedar debilitada. En uns altres, serà un revulsiu per a aconseguir més coses. La lluita antirepressiva continuarà essent imprescindible, perquè la repressió no s’aturarà i encara quedaran molts represaliats. Sota un règim de feixisme encobert com aquest, que vulnera sistemàticament les llibertats fonamentals, és una qüestió de primer ordre. A més, cal organitzar-la bé per a fer front a futures onades repressives quan hi hagi revoltes nacionals o socials. Rebutjar l’amnistia perquè desmobilitzarà alguns seria com dir que s’ha de rebutjar qualsevol pujada de salaris perquè “calmen la lluita”. Precisament, lluitem per millores que no són una fi, sinó un mitjà per a aconseguir-ne més. Per això s’ha d’incidir que no és suficient i que cal esforçar-nos per conquerir allò que falta. I recordar que, sense el salt qualitatiu que hi ha hagut en la lluita antirepressiva, seria impensable que tants represaliats poguessin ser amnistiats. Hem d’intentar que sigui una motivació més.
¿Cómo vivís la cárcel después de casi tres años y teniendo en cuenta que todavía os quedan unos años de condena?
—Físicamente, me siento bastante cansado por la enfermedad de Crohn que me han diagnosticado recientemente. Mentalmente, tengo mucha energía para continuar. Como a cualquier preso político, han intentado destruirme, no sólo con la cárcel, sino con muchos más ataques. Pero en vez de permitirlo, me he fortalecido. Lógicamente, la cárcel se hace pesada y viví con mucha rabia e impotencia todas las injusticias que veo aquí. Incluidas las condiciones especialmente pésimas y escondidas de Poniente, tan escandalosas que incluso los sindicatos de carceleros han denunciado algunos aspectos, como las instalaciones ruinosas o las plagas de chinches, pandillas y ratas. Al mismo tiempo, si se hiciera una lucha colectiva de presos para mejorarlas, nos acusarían de haber hecho un motín. Más que pensar en el tiempo que me queda, pienso en cómo seguir haciendo para que también paguen un precio por tenerme secuestrado.
¿De qué manera vuestra enfermedad crónica en el estómago tiene relación con las condiciones de la cárcel?
—Primero, me detectaron un virus, el helicobácter. Sobre la enfermedad de Crohn, en general, su origen no se ha descubierto, pero dicen que hay desencadenantes o agravantes como la mala alimentación o las situaciones estresantes. Aquí, la alimentación es nefasta y los presos que trabajan en la cocina explican que la falta de higiene es brutal, porque está llena de pandillas y ratas. A veces la comida llega en mal estado. Durante el año que estuvimos esperando que me hicieran las pruebas, la enfermedad empeoró y me encontraron úlceras. Ahora estoy mejor gracias a la medicación, pero he sufrido mucho, ha sido una tortura. Han puesto mi salud en un riesgo serio, lo cual es habitual que empleen como arma contra los presos políticos. Hay enfermos mucho más graves que no han sido liberados y algunos han sido exterminados por desatención médica. De hecho, parte de mi condena es por haber denunciado el exterminio de Isabel Aparicio.
—Denunció vulneración de la intimidad. ¿Seguir yendo al médico acompañado en todo momento por agentes de los Mossos?
—Los Mossos están en la consulta en todo momento y no me quitan nunca las esposas. Ni siquiera cuando, hace poco, la doctora me enseñó a inyectarme la medicación. En el último juicio por haberme manifestado quedó demostrado que me tratan peor que a un violador en serie o un yihadista. Si, después de un año de lucha, conseguimos que me hicieran la colonoscopia respetando mi intimidad, fue gracias a la presión solidaria. Si no, todavía no me habrían hecho las pruebas y la enfermedad habría avanzado. Dos veces tuve que marcharse del hospital porque, ni dormido por la anestesia, querían apartarse. Encima, entre más provocaciones. Una venganza para no agarrarme y seguir resistiendo. Todo permitido por la Generalitat, que también permitió el trato de excepción que me dieron en el juicio. Una muestra más de su colaboracionismo criminal.
¿Esperáis tener pronto algún permiso penitenciario o que flexibilicen vuestro régimen?
—No, los presos políticos que nos negamos a arrepentirnos y a colaborar con los represores no tenemos beneficios penitenciarios y cumplimos la condena entera. El programa de tratamiento que nos quieren aplicar y que rechazamos rotundamente busca que digamos que lo que hemos hecho ha sido mal. Si lo hubiera aceptado, ya haría mucho tiempo que sería fuera, pero sólo perjudicaría la causa colectiva para criminalizar la lucha y legitimar la represión domesticado. También sería una traición a mí mismo y la conciencia me lo impide. Estar en la calle mucho antes a cambio de eso no tendría nada que ver con la libertad, todo lo contrario. Si salimos antes, será porque lo consigue la lucha y nunca por colaboracionismo claudicante.