Fuente original del texto: Sputnik.
El exeuroparlamentario y activista Javier Couso desgrana en su libro los orígenes y objetivos del odio contra Rusia, inducido, a su juicio, desde las élites políticas y buena parte de los medios de comunicación, que no dudan en aplicar las técnicas de propaganda de Goebbels. “Tenemos que negarnos a odiar a cualquier pueblo”, explica a Sputnik.
El realizador audiovisual y activista Javier Couso Permuy, que durante la VIII legislatura (2014-2019) ocupó un escaño en el Europarlamento, primero con el grupo de la Izquierda Plural y luego como independiente, presentó en la Casa Rusa de Madrid su última obra, Rusofobia: la propaganda antirrusa al servicio de la guerra.
El evento fue presentado y moderado por el director artístico-teatral José Luis Checa y se celebró en un abarrotado salón de actos de la mencionada institución, donde al término de la exposición, siguió un animado debate. Publicado primeramente en Argentina, donde ya cursa su segunda edición, el libro da cuenta de un trabajo de investigación que su autor elaboró en su oficina parlamentaria durante sus cuatro años de estancia en Bruselas.
En ese espacio de tiempo, Javier Couso pudo conocer de primera mano la atmósfera e iniciativas políticas de corte exterior que se realizaban en el Europarlamento y que, según sus palabras, “incidieron profundamente en toda la campaña que se ha llevado a cabo desde entonces contra Rusia, contra su cultura y contra todas las personas de origen ruso”.
“En 2014, el clima que percibí en Bruselas tras el golpe del Euromaidán, sobre todo por parte de los europarlamentarios británicos y, muy especialmente, de los polacos y los bálticos, fue el de una rusofobia histérica que rayaba en la enfermedad y la psicopatía”.
Para ilustrar tal percepción, Couso recordó una visita que los europarlamentarios miembros del subcomité de Seguridad y Defensa rindieron a Eurocontrol, la organización europea para la seguridad de la navegación aérea. La europarlamentaria polaca Anna Fotyga, que entonces presidía esa subcomisión, “preguntó al director del organismo por qué no cortaban relaciones con Rusia y la echaban de allí, y este le contestó que si lo hacía, los aviones empezarían a chocar unos con otros”.
“Fotyga fue autora de un informe, que desafortunadamente aprobó la eurocámara, en el que se hablaba de la propaganda de terceros contra la UE y donde se comparaba con el ISIS lo que ella llamaba propaganda rusa –explicó –. Es decir, comparaban a los periodistas rusos con los que estaban decapitando a gente en Siria y atentando en Francia y Bélgica”.
Sobre la tensión actual
Couso no aceptó tales muestras de lo que él califica de “rusofobia”. “Fui atacado y calificado de prorruso”, asegura. Situación que le costó ser incluido en una lista “elaborada por Soros” junto a periodistas de medios rusos. “Hice una pregunta sobre nuestra protección, no me contestaron y empecé a investigar desde la oficina parlamentaria”, afirmó.
En buena medida, su libro Rusofobia refleja ese trabajo de investigación. A nivel de la calle, el clima rusofóbico alcanzó su apogeo en 2022. Preguntado por Sputnik por su percepción actual de esos ánimos en España, Javier Couso no dudó en describir su intensidad con la de un soufflé. Es decir, se hinchó rápidamente para ir decreciendo poco a poco.
“Es el resultado [el punto crítico] de lo que habían ido sembrando los mercenarios de la desinformación. Porque se demonizó a los rusos y a su cultura, incluso en la prensa rosa y los programas del corazón, hubo hasta agresiones. ¡Se prohibieron gatos rusos en los concursos de gatos!”, dijo, al tiempo que repasaba las censuras en España e Italia a las representaciones teatrales y musicales de autores rusos. “¡Pero si estaba proscrito Dostoievski! Fue brutal”.
“Yo soy patriota y creo que el pueblo español no es malo. Y creo que la tensión está bajando, porque la gente no es tonta. Quiero decir, pobres palestinos, porque nos están enseñando las mentiras de Ferreras [director del canal La Sexta] y sus supuestos expertos militares. No ha habido ningún bombardeo de alfombra y estratégico en Ucrania. Cuando lo hace Israel mueren a centenares. ¿Dónde ha pasado en Ucrania eso?”
La comparación siguió con Irak, donde su hermano José, camarógrafo de Telecinco, fue asesinado por militares estadounidenses. “Me contaba que el primer día de bombardeos sobre Irak murieron 40.000 iraquíes civiles. Está en su doctrina militar [de los angloamericanos]. Lo hicieron en Dresde, en Tokio, en Nagasaki e Hiroshima”, dijo.
En su opinión, el “odio fabricado” contra Rusia ha bajado, porque “la gente no es tonta y no la pueden engañar todos los días”. Pero en esa atmósfera, contó, el diario El Español le dedicó una portada a los pocos días de iniciarse la operación especial militar de Rusia en Ucrania, le tildó de “conspiranoico” y de compartir ideario con Putin. En la red Twitter, Couso había aludido a las crecientes “evidencias de la existencia de un programa militar biológico ucraniano dirigido por EEUU”. “Les molestó”, recuerda.
La rusofobia viene de antaño
Mediante un recorrido histórico de las relaciones internacionales se puede afirmar que la rusofobia actualmente reinante en la UE tiene “antecedentes” y, en su génesis, siempre ha estado “patrocinada por los angloamericanos, sus dirigentes y élites intelectuales”, manifestó J. Couso.
“El término se acuña en el siglo XIX por la élite británica aprovechando un miedo irracional a Rusia, basándose en una falsificación del testamento de Pedro el Grande, sobre la expansión del Imperio Ruso en Oriente Próximo y Europa del Este”, dijo, aludiendo al general británico Robert Thomas Wilson, que en su tiempo afirmó que Rusia era un enemigo peor que la Francia napoleónica.
También citó a otro autor, el sociólogo español Pedro Costa Morata, para afirmar que la rusofobia siempre se ha alimentado de “pasiones contradictorias occidentales”, que permiten que Rusia “esté mal explicada por las élites europeas” y se la trate desde una perspectiva de “superioridad moral”, por lo que el fin último es que permanezca subyugada o alejada.
Y con este enfoque, la actual rusofobia ha buscado “romper la colaboración entre la UE y Rusia” en un momento en que Rusia “ya no es subalterna” y cuando en Europa se está librando “la segunda guerra provocada por la OTAN” tras los bombardeos a Yugoslavia, afirmó.
“Con Ucrania se ha tratado de dar el jaque mate a Rusia, el colofón de toda esta estructura creada por EEUU para controlar Europa e impedir que un espacio europeo unido compita con ellos”, explicó Javier Couso.
A por la opinión pública con la OTAN
Para provocar un cambio en el punto de vista de las personas, se necesita una campaña a gran escala y el empleo de los principales medios de comunicación. “¿Cómo se puede convencer a los pueblos de esta visión antirrusa?”, se plantea Javier Couso.
“Pues aplicando los 11 principios de la propaganda que escribió Goebbels. Se aplican en los medios de información e incluso en las películas de Hollywood. Por ejemplo, el principio de simplificación, donde se individualiza al adversario en un único enemigo. O el principio de transposición, con el se carga al adversario con los defectos y fallos propios. O el de vulgarización. Y así los pueblos llegan a odiar a otros, aunque en realidad no tengan diferencias sustanciales”, explicó.
Según Couso, las conciencias se manipulan mediante una “vasta operación propagandística” que dirigen “estrategas en política exterior, lobbistas de Washington y una red de canales de información vinculada a la inteligencia anglosajona“. En esta red estarían operando más de 150 empresas de relaciones públicas, muchas de ellas asociadas al Gobierno británico, como Nicky Regazzoni, PRN Network y otras. Su cometido es difundir a los medios de comunicación guías lingüísticas, materiales visuales, mensajes clave y lenguaje apropiado.
“Ellos crean las noticias”, subraya este exeurodiputado, resaltando que los medios reciben a diario del Ministerio de Exteriores ucraniano un dosier de prensa con todas las construcciones narrativas pertinentes.
En esta situación, la OTAN también cuenta con sus instrumentos de propaganda y producción de información. “NATO Review suministra noticias para ayudar a la escalada de agresividad contra Rusia, tiene una biblioteca multimedia y se nutre de 24 centros de excelencia del Stratcom [Mando Estratégico]. Todos los enfoques están dirigidos contra Rusia, tienen autores y especialistas del Atlantic Council e incluso ex cargos de la OTAN”.
Guerra cognitiva
En su lucha contra Rusia, el Servicio Europeo de Acción Exterior dispone de organismos tales como el Centro Europeo de Excelencia y la East StratCom Task Force (cuya herramienta más lograda es la Disinformation Review).
En el primero destaca el Hybrid CoE, destinado a contener las amenazas híbridas y su modelo está inspirado en los centros análogos de la OTAN. El segundo se distinguía al principio por la agresividad de sus artículos contra Rusia, ahora más moderados. Según Couso, el objetivo de estos centros es entablar en la mente de las personas un nuevo campo de batalla: la guerra cognitiva, que pugna por alterar su comprensión y reacción ante acontecimientos determinados.
“En Bruselas sufrí una ruptura de la inocencia al darme cuenta de cómo desde la UE se patrocinaba a todos aquellos que se declaraban abiertamente rusófobos“, asegura Couso, cuyo fin para decidirse a publicar su libro es “analizar los instrumentos que se están empleando para cambiar las percepciones humanas y enfrentar a las sociedades, ver qué objetivos hay detrás de la demonización de Rusia y su cerco militar”.
“A pesar de que el atlantismo se ha convertido casi en una religión que los medios repiten machaconamente, tenemos que negarnos a odiar a cualquier pueblo y mucho menos a uno con el que queremos construir una Europa independiente que se quite de encima la bota angloamericana. No me dio ninguna pena de que me acusaran de prorruso, porque soy prorruso, igual que soy proespañol”.
Pese a considerar su aportación una “gota en el mar”, Couso considera que su aporte sirve para “dar voz” a un pueblo que considera “amigo”, que además suministra energía al continente, España incluida, y a una visión política para “crear un espacio común”.
Preguntado por el papel de la izquierda española a la que en su día representó en el Parlamento Europeo, mostró su decepción con Sumar y una Izquierda Unida cuyo motivo fundacional en 1986 fue su postura contra la OTAN, organización a la que ahora la líder de Sumar no ve con malos ojos. “Es una izquierda elaborada en las universidades de EEUU, preocupada más por la individualidad y la identidad, que de las cuestiones de clase y de los pueblos”, afirmó.
“Son tiempos en que se caricaturizan a los líderes incómodos. Y las Fuerzas Armadas de Rusia están luchando no solo por sus pueblos, sino por toda la humanidad. Es increíble que se hayan normalizado en Occidente los homenajes a genocidas nazis”, concluyó Javier Couso.